Flexibilizar la regla de gasto era el objetivo de municipios y Ayuntamientos en la pasada reunión con los responsables de Hacienda. Esta regla fija que ninguna administración puede gastar más allá de crecimiento de la economía española a medio plazo. Este indicador, que lo revisa anualmente el Ministerio de Economía, está fijado en la actualidad en el 1,8%, lo que significa que el gasto no puede crecer más allá de esa cifra, aunque se haya cumplido el objetivo de déficit. La aplicación estricta de esta regla impide a consistorios saneados (más de dos tercios del total) elevar su gasto por encima de esa cifra. En segundo lugar modificar la norma que fija el techo de gasto, el límite que marca Hacienda para diseñar los presupuestos municipales. La FEMP quería que se fijaran sobre las necesidades futuras y no sobre lo presupuestado el ejercicio anterior.
Ni una ni otra. Hacienda rechazó ambas peticiones y lo que propuso el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, fue la elaboración de un dictamen sobre la “capacidad” que puedan tener las corporaciones locales para modificar la regla de gasto dentro de lo que permite la “gobernanza europea”, la ley de Estabilidad que se aplica en España. “Lo que estamos planteando al Gobierno es que tenemos vocación de cumplir los objetivos europeos, pero no de superar los objetivos y aportar recursos para que lo gasten otras administraciones. Nosotros superávit, el resto déficit. Estamos pidiendo que se nos permita lograr el objetivo de estabilidad presupuestaria y queremos recuperar los 5.000 millones que hemos aportado”, remarcó enfadado Caballero.
Esa propuesta, que será discutida en una próxima reunión de la Comisión Nacional de Administración Local (CNAL), deberá estar siempre dentro de los límites de la normativa europea sobre déficit, deuda y regla de gasto. Los municipios no cumplieron el último punto el pasado ejercicio, pese a lo cual lograron superávit.
Conscientes del inmovilismo de Hacienda en materia presupuestaria, donde cuenta con la vigilancia de la Comisión Europea, algunos ayuntamientos, como el de Barcelona, optó directamente por saltarse la regla para poder gastar el excedente presupuestario y no tener superávit este año. Eso les permitirá disponer de 100 millones para inversión. “El Ayuntamiento de Barcelona considera que tiene una situación muy saneada por lo que no tiene sentido esta política de austeridad”, remarcan fuentes municipales.
Madrid, otro gran ayuntamiento con saldo positivo, no ha ido tan lejos y ha optado por exprimir al máximo la figura de las inversiones financieramente sostenibles, la alternativa propuesta con Hacienda. Se trata de un conjunto de proyectos, al que se puede destinar parte de superávit con una serie de condiciones: el proyecto debe tener una vida útil mínima de cinco años, debe ejecutarse en el ejercicio presupuestario en vigor y no puede destinarse a la compra de bienes o vehículos, excepto en el caso de que se dedique a transporte público. Madrid dedicará 266 millones este año frente a los 45,9 de 2015. La partida más importante se dedicará a la compra de 200 autobuses por 64,6 millones.